Ramos Arizpe, Coahuila. Lo que pintaba para una noche de copas, una noche loca, acabó en tragedia. José Gil Salinas, de 49 años y originario de García, Nuevo León, terminó sin vida al estrellarse desde el segundo piso de un motel, justo cuando celebraba la vida con su esposa y una amiga en pleno bulevar Miguel Ramos Arizpe.
Según su pareja —aún con el susto en el cuerpo y el tufo del alcohol flotando—, los tres venían de un bar en Saltillo y decidieron llevar la fiesta a otra “altura”. Llegaron al motel bien entonados, pidieron habitación en planta alta y subieron tambaleándose al segundo piso, dispuestos a cerrar la noche como solo los valientes lo hacen.
Pero el destino tenía otros planes. Mientras las damas abrían la puerta, José Gil desapareció de escena. Solo se escuchó un trancazo seco. Al asomarse, lo encontraron abajo, en la jardinera, sin vida. La fiesta terminó en silencio.
Paramédicos de Bomberos y Protección Civil llegaron para confirmar lo que ya era evidente: el buen José Gil se nos fue. Según los primeros reportes, el pobre hombre habría perdido el equilibrio por el alto grado de intoxicación etílica y cayó por una ventana como resbaladilla sin frenos.
La Fiscalía de Coahuila ya abrió investigación, aunque todo apunta a que el alcohol hizo su parte. “Caída libre en estado etílico”, podría titularse el peritaje.
Así, entre tragos, pasos tambaleantes y ventanas sin barandal, se nos fue una noche más de parranda. Porque como dicen por ahí: “cuando la fiesta se sale de control… cuidado con el segundo piso”.
