Luego de los tristes y preocupantes hechos ocurridos en el Jardín Zenea en el primer día del año, todos los sectores que conforman la dinámica del Centro Histórico se han puesto a trabajar por mejorar la seguridad.
Comerciantes, policías y organizaciones sociales han buscado la forma de prevenir situaciones similares, pero entre todas hay una entidad que también ya levantó la voz: la Iglesia Católica.
El vicario de la Diócesis, Monseñor Martín Lara Becerril, pidió a las autoridades que exista un trabajo muy específico para atender a las personas en situación de calle que han sido señaladas como causa de la inseguridad.
Aseguró que hay varios grupos que circulan por el Centro Histórico y no todos son violentos, como personas “expulsadas de sus hogares, con padecimientos mentales y originarias de pueblos indígenas” que no deben ser tratados como posibles criminales.
Sin embargo también reconoció que hay otros grupos que han caído en el consumo de drogas, los cuales podrían representar algún riesgo para si mismos y para transeúntes, pero igualmente deben recibir atención.
Finalmente, señaló que debe investigarse el móvil del ataque ocurrido el 1 de enero y así crear un plan para brindar respuesta ante estos riesgos.